sábado, 12 de enero de 2008

Tratamientos Psicodélicos

Después de cumplir cuatro décadas proscritas como sustancias prohibidas, el LSD (dietilamida del ácido lisérgico) y otras cuantas drogas conocidas desde los años 60 como “psicodélicas”, han regresado con la promesa de convertirse en poderosos medicamentos para tratar enfermedades mentales.

Grupos de investigación en distintas universidades norteamericanas y europeas han comenzado a desempolvar trabajos que iniciaron sus colegas hace ya más de 60 años en los que exploraban las posibilidades terapéuticas de sustancias como el LSD, psilocybin, DMT, MDMA, ibogaine y ketamina.

Hasta 1972 se habían puesto en marcha más de 700 investigaciones relacionadas con los efectos benéficos de estas sustancias, pero las políticas antinarcóticos promovidas por los gobiernos a lo largo de los 60 y 80, la maldición social que cayó sobre ellas dificultó a los científicos continuar explorando este arsenal de medicamentos.

Tímidamente, pero cada vez con más entusiasmo por los resultados positivos en grupos de voluntarios, desde 1990 los científicos acumulan argumentos y datos para convencer al mundo de que las “drogas psicodélicas” pueden albergar la respuesta para complejas enfermedades como la depresión, el síndrome de estrés postraumático, migrañas, desorden obsesivo-compulsivo, incluso para acompañar a los pacientes con cáncer terminal y, paradójicamente, para tratar adicciones al alcohol y otras drogas.

De acuerdo con David Jay Brown, miembro de la Asociación Multidisciplinaria para Estudios Psicodélicos, una organización que recauda fondos para promover estas investigaciones, y quien recientemente publicó un interesante artículo en la revista Scientific American sobre el tema, “aún son poco claros los mecanismos neuronales a través de los cuales estas drogas producen sus resultados benéficos, pero los efectos psicoactivos que provocan las convierten en potenciales herramientas terapéuticas”.

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