La Sección Cuarta de la Audiencia Provincial ha condenado a 14 años de prisión al líder de una banda de narcos que utilizaba la infraestructura del tráfico de hachís para introducir cocaína en la Península. Un alijo intervenido en la playa de las Tres Piedras, en Chipiona, en julio de 2004, no sólo fue el billete que le llevó a prisión sino que también confirmó las sospechas que tenían las Fuerzas de Seguridad del Estado. Los narcos estaban cambiando sus rutas de envío de cocaína, sustituyendo las tradicionales costas gallegas por el Estrecho.
Así lo reconocieron los agentes de la UDYCO central que declararon en el juicio como testigos. Aseguraron que el alijo intervenido en la playa chipionera era el primer transporte de cocaína procedente de Marruecos que detectaban en suelo gaditano. Al cierre de 2004, las estadísticas sobre incautaciones de droga en la provincia ratificaban ese cambio de rutas: el 97,3% del polvo blanco intervenido en Andalucía a lo largo de ese año se sacó del mercado negro en Cádiz. El incremento fue espectacular, un 394,24% más que en 2003.
El principal procesado en esta causa, Larbi Benhaka, fue vigilado durante meses por la Policía, que lo consideraba el líder de una banda de narcos que dirigía desde Marbella, donde tenía situado su domicilio. En un principio, la UDYCO central creyó que estaba tras los pasos de otro grupo dedicado al tráfico de hachís, pero gracias a las intervenciones telefónicos supieron que preparaba también un transporte de cocaína con ayuda de varios socios colombianos. Dos de ellos, Vicente Martín Blanco y Hugo Hernan Londoño, fueron apresados en el transcurso de la operación y han sido condenados a nueve y once años y medio de prisión respectivamente. El tribunal ha impuesto una pena inferior al primero al existir dudas de que fuera miembro activo de la organización o si sólo era contratado para momentos puntuales.
En la sentencia se relata cómo los investigadores supieron que en el mes de junio un cargamento de cocaína había llegado a Marruecos y esperaba ser sacado hacia las costas de Cádiz. Por lo que prepararon un operativo para pescar a los narcos en mitad del desembarco.
Los traficantes trataron de alijar el 20 de julio en Costa Ballena pero detectaron la presencia policial y tras un segundo envío fallido, en la madrugada del 27 de julio una embarcación alcanzaba la playa de las Tres Piedras. La Policía los estaba esperando y un helicóptero deslumbró con un foco a los ocupantes de la nave para que detuvieran la marcha. Aunque las personas que esperaban descargar los fardos en la playa lograron huir, los agentes detuvieron a uno de los colombianos procesados y a Karem Balhaj.
Este último también se sentó en el banquillo de los acusados y el tribunal lo ha condenado a cuatro años de prisión. Su letrada, Esther Coto, consiguió demostrar ante los magistrados que su cliente desconocía que estaba implicado en un alijo de cocaína y creyó que había sido contratado para llevar hachís. Las penas por tráfico de esta sustancia son inferiores a las que condenan el mercadeo de la coca.
Dos precios
En la embarcación interceptada, la Policía descubrió cuatro fardos que aparentemente contenían cannabis, pero en su interior, además de 1.076 kilos de hachís había otros 115 kilos y medio de cocaína. La diferencia de valor entre ambas mercancías es abismal. Mientras que la tonelada habría costado en el mercado un millón y medio de euros; la cantidad aprehendida de polvo blanco habría llegado a una cotización cercana a los cuatro millones de euros.
Esta notable disparidad fue uno de los argumentos esgrimidos por el procesado Karem Balhaj que confesó en el juicio sentirse engañado por el líder de la organización, ya que si hubiera sabido que estaba trabajando con otra sustancia, más penada por la ley, no hubiera participado, dijo en la vista oral.
En este procedimiento también se ha enjuiciado a un vecino de Barcelona, Luis Ángel Ciges, que según la sentencia de la Audiencia iba a ser la persona encargada de tripular la embarcación pero tuvo que ser sustituido por uno de los colombianos en el último momento al sentirse indispuesto. Las conversaciones grabadas, pese a que las defensas trataron de obtener su anulación en el juicio, le incriminaron. Este quinto procesado ha sido sentenciado a nueve años.
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