Una asociación con 124.000 internistas pide que se pueda investigar con el cannabis.
Conseguir que la marihuana deje de estar mal vista para que se puedan investigar más y mejor sus potenciales usos terapéuticos. Ésta es la intención del documento de consenso publicado la semana pasada por el Colegio Americano de Médicos (ACP), una asociación de especialistas en Medicina Interna estadounidense con 124.000 miembros.
La petición principal de los galenos es que la marihuana deje de figurar como sustancia de tipo 1, una clasificación que la define automáticamente como algo sin valor medicinal y con un elevado potencial de abuso.
El documento estadounidense vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre la legalización del cannabis para uso terapéutico, algo que ya es una realidad en 12 estados del país pero que, sin embargo, sigue contando con la oposición frontal del Gobierno de Bush.
Así, la posesión de marihuana es una ofensa federal castigable por la ley, aunque su uso haya sido recetado por un médico, acorde a la legislación del estado donde ejerce.
Esta paradoja, denuncian los internistas, hace que el especialista haya de ser muy cuidadoso a la hora de hablar a un paciente sobre el posible uso terapéutico de la marihuana, de forma que no parezca que se está animando a su consumo.
Además, añaden, la falta de disponibilidad y de estándares sobre la dosis y la forma de adquirir la droga es preocupante, ya que los médicos tienen muy poco control sobre el comportamiento de sus pacientes, a lo que se añade el hecho de que la calidad de la droga no está definida.
En el documento publicado por el ACP, se deja claro que las propiedades terapéuticas de la marihuana datan de mucho antes de la popularización de la droga para uso recreativo.
De hecho, la planta estaba incluida en el libro Pharmacopoeia (el equivalente al Vademécum de EEUU) hasta 1942, año en que las leyes comenzaron a considerarla una droga ilegal.
A pesar de este estatus, se han sucedido las investigaciones con marihuana para diversas condiciones (paliar los vómitos, glaucoma, dolor...).
En el documento, los internistas no sólo animan a seguir investigando; puntualizan que no sólo se debe de medir la eficacia y seguridad de la marihuana per se, sino también en comparación con otras opciones terapéuticas.
¿Y como está la situación en España?
La Generalitat de Catalunya y el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, junto con otras entidades, pusieron en marcha en mayo de 2005 un programa piloto de administración de marihuana con fines terapéuticos, tanto en su versión natural como en la sintética (el fármaco Nabilone). Según sus portavoces, en poco tiempo se revelarán los resultados.
Aunque el ensayo clínico (en el que participan los hospitales catalanes más importantes y 60 oficinas de farmacia) está autorizado por el Gobierno catalán, en España ahora mismo no es legal adquirir marihuana por motivos de salud.
Algo llamativo, si se tiene en cuenta que en la Guía de drogas que el Ministerio de Sanidad y Consumo editó en octubre se habla en estos términos del uso terapéutico del cannabis: “Existe evidencia científica para su uso terapéutico en el caso de las náuseas y vómitos secundarios al tratamiento con antineoplásicos, la pérdida de apetito en sida y cáncer terminal y el tratamiento del dolor neuropático en la esclerosis múltiple”.
Para el presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica, Ramón Colomer, la primera opción para los efectos secundarios de la quimioterapia han de ser “los medicamentos aprobados para ello”.
El especialista reconoce, no obstante, que el uso de cannabis es algo que “se puede discutir” en personas que no respondan a los medicamentos, pero nunca recomendar: “Hay que tener en cuenta que no tiene una indicación formal”.
El colectivo pro normalización del uso del cannabis Amigos de maría puso en marcha recientemente en Vitoria el primer banco de marihuana terapéutica.
Tras la evaluación médica del paciente, la asociación le pone en contacto con cultivadores que ceden gratuitamente parte de su
cosecha al enfermo.
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