Un nuevo examen en el asfalto

Los primeros controles de droga que se realizan en carreteras gaditanas acaban con un 10% de positivos en su primer día


Un camión de enormes dimensiones que esconde un quirófano en sus tripas, dos furgonetas de atestados con los dispositivos de detección de consumo de estupefacientes en saliva y varias patrullas de la Guardia Civil que ordenaban a conductores y motoristas detenerse para ser sometidos a una prueba de alcoholemia y drogas. Todo ese despliegue es el que mueve el novedoso control antidroga que por vez primera se realizó en la madrugada de ayer en dos puntos de la red viaria provincial. La Dirección General de Tráfico decidió que Cádiz se convirtiera en la quinta parada nacional de esta experiencia para hacerla coincidir con uno de los fines de semana de mayor riesgo en las carreteras gaditanas.

Las primeras pruebas piloto donde se calibró la eficacia de los test de drogas fueron en octubre del año pasado en Badajoz y Zaragoza. Si bien en el País Vasco y Cataluña, que tienen transferidas las competencias, también se están ejecutando estas medidas.

El porcentaje de positivos alcanzado en esos controles es similar al que en el día de ayer arrojaron los primeros datos provisionales pendientes de los informes definitivos de extracción en sangre. Si en tierras extremeñas y mañas la Guardia Civil se topó con un 7,5% de conductores que había consumido estupefacientes; en la madrugada de ayer fue un 10%. En cifras reales se practicaron unos cuarenta test, de los cuales cuatro dieron resultados. Pero más allá de datos fríos, lo más inquietante es que la mayoría de estos conductores no superaban los 30 años y uno de ellos incluso lucía su credencial de novato al volante en la luna trasera de su turismo.

En cuanto al consumo, tres de ellos evidenciaron con su muestra de saliva que habían tomado distintas sustancias. El aparato que realiza el narcotest detecta hasta cinco grupos de drogas: opiáceos, cocaína, derivados del cannabis, anfetaminas y psicofármacos.

Apoyo de Fiscalía

El estreno de estos controles en la provincia contó con la presencia del fiscal delegado en Seguridad Vial de la provincia, Juan Bosco Anet, que daba cumplimiento así a la orden dada por la Fiscalía General del Estado. El Ministerio Público ha querido este año servir de apoyo a la Guardia Civil en estos test antidroga, con el fin de impulsar los procedimientos judiciales que se abren tras cada denuncia y velar por el correcto funcionamiento del dispositivo, el cual aún está en fase experimental. El fiscal gaditano reconocía durante el control montado cerca del circuito, en el cruce entre las carreteras A-2004 y A-2003, que el aparato que recoge la muestra de saliva aún debe ser perfeccionado para que la detección del consumo, en cuanto a cantidad y nivel de influencia en el organismo, sea más exacta.

Por eso, los conductores que fueron sorprendidos ayer en los dos controles habilitados, si daban positivo, tenían que someterse a un reconocimiento. El médico especializado de la DGT les realizaba una revisión siguiendo un protocolo que fija criterios mayores y menores. Dilatación de pupilas, problemas con el equilibrio, habla balbuceante o dificultades para fijar la atención son algunos de los síntomas buscados para ratificar que el conductor está bajo los síntomas de los narcóticos.

La última prueba es la extracción de sangre. Si la persona se niega, los agentes deben obtener una autorización judicial. En la noche de ayer hubo que avisar al juzgado de guardia porque uno de los positivos se negó a facilitar una muestra de sangre.

Tres de los cuatro positivos han sido citados hoy por la mañana en los juzgados. Se enfrentan a un abanico amplio de sanciones: multa de entre seis y doce meses y trabajo en beneficio de la comunidad o si la conducta es grave o reincidente, la reforma del Código Penal incluyó penas de cárcel de tres a seis meses, además de la privación del permiso de conducir por un periodo que oscila entre 12 meses y cuatro años.

Además del endurecimiento, con estos controles se busca disuadir a los consumidores de narcóticos que hasta ahora circulaban con la tranquilidad de no ser cazados.